domingo, 7 de agosto de 2011

NAVEGANDO EN LA HISTORIA DEL ESTADO DE NUEVA ESPARTA, NOS ENCONTRAMOS QUE EN UN DIA COMO HOY:





08 de agosto de 1817: . La pelea se recrudece. Nadie da cuartel. En el Fortín ondea la bandera tricolor. El indio Adrián ha quedado aislado. Se lanza al mar y a nado atraviesa la bahía. Burla la escuadrilla enemiga que bloquea el puerto y va a inmolarse con sus hermanos.

El historiador Restrepo, escribe: "Al día siguiente (8 de agosto) el ejército español continuó sus movimientos, siguiendo la división de Canterac por la izquierda del Portachuelo mientras que la del Coronel Aldama la apoyaba en su marcha. En breve los indepen­dientes fueron atacados con el mayor rigor, pericia y constancia en todas sus posiciones. Los espartanos de Margarita, que apenas eran 200 en aquel día, regidos por el Coronel Fermín, hicieron la más heroica y tenaz resistencia, especialmente en el fuerte de Juangriego, colocado en una altura. Varias veces obligaron a retroceder a las huestes españolas, que sin embargo, de sus grandes pérdidas torna­ban al combate. En medio de esta reñida acción incendiase el parque de municiones de los margariteños, lo que provino de la explosión de una mina que tenían preparada para prenderla en el último ex­tremo. Incautamente se le puso fuego antes de tiempo: muchos sol­dados volaron, se introdujo el desorden y el desaliento en los demás, que huyeron por varias direcciones. La caballería española, que es­taba preparada y que tenía a su frente al mismo General Morillo, los persiguió en una laguna de poco fondo, a donde se refugiaron muchos dispersos. Allí todos fueron degollados sin que ningún pa­triota diera la menor muestra de debilidad ni implorara clemencia del vencedor (. . .). Todo lo que había en Juangriego cayó en poder de los españoles que incendiaron y saquearon este pueblo: destru­yeron también cuanto existía en él que pudiera ser útil a sus mo­radores, en odio, según decían, de su rebelión. El pueblo de San Juan tuvo la misma suerte".

Por su parte José Domingo Díaz, refiriéndose a esta acción afirma: "El cerro de Juangriego, formidable posición atrincherada, estaba ya tomado y cubierto de cadáveres; la laguna situada a su espalda, y donde se habían retirado los restos de los que lo defendían, estaba teñida de sangre; el mismo General en Jefe se había preci­pitado en ella con el agua al pecho de su caballo y había hecho exhalar el último aliento a 18 sediciosos...". Desde entonces esta laguna tomó el nombre de Laguna de los Mártires.

El propio Morillo, al referirse a la defensa del Fuerte de Juangriego, escribe: "Desde aquel momento presentó el ataque de aquel Fuerte el aspecto más espantoso. Pasaban de quinientos rebeldes de la canalla más atroz y desalmada de la isla, los que le defendían, hombres feroces y crueles, famosos y nombrados entre los piratas de las flecheras, el terror de las costas de Venezuela, y facinerosos, que cada uno contaba muchos asesinatos y estaba acostumbrado a mirar la vida y la existencia con el mayor desprecio. Estos malva­dos, llenos de rabia y de orgullo, con su primer ventaja en la defensa, parecía cada uno de ellos un tigre, y se presentaban al fuego y las bayonetas con una animosidad de que no hay ejemplo en las me­jores tropas del mundo (...). Estos llegaron al último extremo de la desesperación y apuraron todos los medios de defensa. No con­tentos con el fuego infernal que hacían, arrojaban piedras de gran tamaño, y como eran hombres membrudos y agigantados, se les veía arrojar una piedra enorme con la misma facilidad que si fuera una pequeña. Así tuvimos algunos muertos v muchos heridos a pedra­das (...). Nuestra caballería, que para el momento de ocupar el re­ducto ya estaba prevenida, recibió a los que salieron de el en unas lagunas poco profundas. donde todos se arrojaron, v allí pereció a sablazos aquella banda de asesinos feroces que ni imploró la cle­mencia ni hubo uno que diera señales de timidez en medio de la carnicería que en en ellos se hizo (...). De esta suerte se concluyó una acción tan sangrienta y empeñada, que allí quedaron tendidos más de quinientos forajidos, que ni aún en el último momento qui­sieron rendirse".

Morillo permaneció en Juangriego hasta el día 10, de donde partió a Pamoatar, dejando en Juangriego: "destruidas la fortaleza y casas que había en este puerto, como también todos los animales y efectos que no pudo cargar y llevar consigo, después de haber cometido excesos y violencias que el pudor prohíbe expresar con la pluma v después de haber ejecutado robos y saqueos aún en aquellos que podían creerse sus favorecidos...".

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